1917
Ilustración libre, Petrogrado
Proyecto libre, tríptico ilustrado.
Tania Raposanovich salió aquel día junto a las trabajadoras de la fábrica. “¡Queremos pan! ¡Abajo la guerra!” rezaban sus pancartas. Aquella guerra expansionista estaba asfixiando al país, a costa de los que menos tenían.
La primavera había empezado conflictiva, y aunque Nicolás estaba incómodo con tamaño descontento, no sospechaba que aquellas revueltas eran el principio de su fin, el de su familia y el de los mismísimos todopoderosos zares de la Rusia Imperial.
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Una síntesis visual que los polos que protagonizaron en 1917 la revolución, posterior guerra civil e inicio de la Unión Soviética en un mundo de animales.
Inspirado en el arte ruso, que llevó al extremo la arquitectura bizantina y llenó de colores sus cúpulas, la ilustración se centra en la iglesia de San Petersburgo de San Salvador de la sangre derramada.
Por su majestuosidad, esta iglesia queda en el centro compositivo, pero además es simbólica, ya que se construyó en el lugar exacto en que fue asesinado en un atentado el zar Alejandro II y la revolución de 1917 llevó a su nieto a un final con ciertas similitudes.
A un lado, la marcha de las trabajadoras de la industria textil del 8 de marzo, que fue la primera de muchas manifestaciones que terminarían llevando al zar Nicolás II a dimitir. Al lado opuesto Nicolás y su familia, que envueltos en lujos vivían ajenos a la realidad del pueblo ruso y no supieron leer en su falta de popularidad un riesgo.